Publicada 09/06/2008
Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky
Todo parece indicar que los Kirchner y algunos funcionarios disfrutan con el enfrentamiento, las peleas verbales e, incluso, la violencia que gana las calles.
Que Néstor Kirchner le había dejado una bomba con una mecha muy corta a Cristina no es una novedad. Ya en el 2007 la inflación se había disparado y comenzaba a generar serios problemas que todos pronosticábamos (salvo el Gobierno) que en marzo iban a producirse fuertes reclamos de aumentos salariales. También le dejó una crisis energética que no se resuelve tan fácilmente, crisis que ya se agrava con la falta de combustibles en la ciudad. Basta con recorrer las estaciones de servicios para ver carteles que dicen “solo súper” o, directamente, “no hay combustible”. La distorsión de precios relativos era otro problema fenomenal que heredó su esposa (tarifas de los servicios públicos, energía, combustibles, ente otros). La ausencia de reglas de juego de largo mantuvieron alejadas las inversiones y, sin ellas, el crecimiento es imposible, siendo este otro de los problemas que le dejó Néstor a su esposa. La deuda pública se disparó hasta niveles infinanciables, superando los “nefastos 90” y sin acceso a los mercados financieros internacionales. Argentina es ignorada en el mundo o, en el mejor de los casos, nos ven con cierto grado piedad por la forma en que se está destruyendo el país.
En este contexto, algunos analistas creyeron que Cristina Fernández de Kirchner iba a adoptar una política de más integración al mundo, menos conflictividad y más realismo económico. Lo que nadie pareció calcular es que Néstor no se iba a ir a un café literario y que, por el contrario, desplazaría del poder, sin ningún tipo de pudor, a su esposa.
La crisis del campo fue un detonante porque la debilidad fiscal del Gobierno requería de más recursos para mantener el esquema de poder basado en la caja, y el argumento de que el “yuyito” genera mucha plata fue utilizado para castigar al campo con un impuestazo, suponiendo que no iba a haber reacción. La hubo y hasta niveles insospechados.
Los argumentos del Gobierno para sostenerse en su postura de no cambiar los derechos de exportación han ido variando según las circunstancias. Todo tipo de disparates conceptuales se han lanzado desde el Gobierno para argumentar semejante confiscación. Por ejemplo, dijeron que el campo tiene el gas oil subsidiado. Basta con recorrer 300 km desde Buenos Aires para darse cuenta de que no existe tal subsidio porque el productor, para conseguir algo de gasoil, tiene que pagar 2,5 pesos por litro o más.
También se ha dicho desde el Gobierno que el campo tiene un tipo de cambio subsidiado. La realidad es que, aún tomando la inflación trucha del INDEC, si uno deflacta el actual tipo de cambio y lo lleva a precios de 2001, cuando regía el 1 a 1, hoy el productor, con una retención del 40%, recibe un tipo de cambio de 0,85 pesos por dólar, pero tiene que pagar los insumos importados al equivalente del 1 a 1. En otras palabras, hoy el productor tiene un tipo de cambio real peor que en la convertibilidad. Toda su mejora en los ingresos se produjo a partir de la suba de los precios internacionales y no gracias al Gobierno, sino a pesar de él.
Para colmo, en un acto de “patoterismo” absurdo el BCRA está impulsando la baja del tipo de cambio, con lo cual incentiva la fuga de capitales porque a la gente le está regalando los dólares (todo el mundo sabe que en el mediano plazo va a volver a subir), deteriorando el tipo de cambio real. Por lo tanto, ya no es el campo el único que se perjudica con esta medida o se pretende castigar a aquellos que compraron dólares cuando el tipo de cambio estaba más alto, sino que ahora mete en un brete al sector industrial, generando bronca en el sector que, hasta ahora, lo venía apoyando.
Si desde el punto de vista económico Néstor le dejó a Cristina una bomba con una mecha corta, ahora, con las atrocidades económicas que están haciendo, le está achicando más la mecha. Es que, no solo tenemos inflación creciente, sino que, además, la economía ya se está enfriando, llevándonos de cabeza a un proceso de recesión con inflación, más fuga de capitales.
Desde el punto de vista político, queda claro que Néstor Kirchner, no quiere el dialogo con nadie. En infinidad de oportunidades ninguneo al campo o buscó excusas para romper el dialogo. Primero fue cuando se enojaron con Buzzi porque al salir de una reunión dijo que el Gobierno había reconocido ciertos errores en el sistema de retenciones móviles. El Gobierno se sintió ofendido por estas declaraciones y rompió el diálogo, pero lo cierto es que, luego implícitamente reconoció que se había equivocado cuando unilateralmente hizo cambios en las retenciones móviles. Cambios que cuando fueron explicados, ni el nuevo ministro de Economía entendía lo que estaba diciendo.
Después se enojaron porque en el acto de Rosario los expositores dijeron cosas que habían ofendido al Gobierno, como si este no hubiese dicho barbaridades del sector agropecuario, tratándolo de golpista, avaro y demás adjetivos descalificativos.
Ante el pedido de la Iglesia de establecer un diálogo, el Gobierno se siente nuevamente agraviado argumentando que la Iglesia Católica le falta el respeto a la investidura presidencial cuando pide el diálogo. ¿Qué pretenden? ¿Qué la Iglesia emita un documento pidiendo confrontación, enfrentamientos y sangre?
La última, por lo menos hasta redactar esta nota, es que ahora Néstor exige que el campo le pida perdón al Gobierno. ¿Quién es Néstor para formular estas exigencias si no tiene ningún cargo público? ¿Salvo que uno suponga que Cristina le cedió el poder a Néstor, no puede entenderse ni esta ni muchas otras declaraciones del ¿ex? presidente? Si este fuera el caso, lo que tenemos es un golpe de Estado encubierto, pero que todos parecemos percibir.
Lo concreto es que pareciera ser que Néstor, Cristina y algunos funcionarios del Gobierno disfrutan con el enfrentamiento y los peligros ciertos de violencia. Es como si estuvieran felices de ver a una Argentina al borde del colapso y del enfrentamiento civil. Como si gozaran viendo a una Argentina cayéndose a pedazos, con la gente angustiada por el futuro, con otros perdiendo sus puestos de trabajo por la falta de actividad y muchos pasando a engrosar las estadísticas de pobreza.
Vayamos entonces a la pregunta de fondo: ¿qué quiere conseguir Néstor Kirchner con este enfrentamiento? ¿Qué busca con tanta violencia verbal? Se me ocurren tres respuestas posibles.
Una: todas estas incitaciones a la violencia pueden ser fruto de la pura ignorancia. En ese caso vamos de cabeza una situación muy delicada en lo que hace a la paz social porque estaríamos en manos de un incapaz.
Dos: hacen todo esto para forzar un enfrentamiento civil, que corra sangre, declarar el estado de sitio y terminar de establecer un sistema autocrático. Este esquema pareciera tener pocas probabilidades de éxito porque la mayoría de la población le ha dado la espalda al Gobierno. Basta con ver encuestas serias donde CKF tiene menos del 20% de imagen positiva y el 65% dice que no votaría ni por Néstor ni por ella.
Bajo este supuesto escenario, ¿qué piensan hacer? Meter presa a media Argentina bajo el mando de D’Elía y Pérsico.
Ni los militares, con todo el poder de fuego que tenían en 1982 pudieron controlar a toda una población que estaba disconforme.
Tres: viendo que desde el punto de vista económico esto está fuera de control y vamos hacia una crisis tal vez peor que la del 2001, forzar el enfrentamiento civil para hacer una renuncia “patriótica” y dejarle el problema a otro. Sabiendo que han perdido el apoyo de amplios sectores de la población y que las elecciones del año próximo pueden ser un memorable cachetazo para el oficialismo, mejor irse antes y decir que nunca perdieron una elección y culpar al campo y a otros sectores de desestabilizadores, de haber abortado la “gran transformación” argentina, para tratar de esconder tanta incompetencia junta.
Francamente no sé cuál de estos tres escenarios puede ser el que se busca, lo que sí sé es que resulta muy difícil explicar tantos agravios verbales, tanta incitación a la violencia, tanta prepotencia y tanta incompetencia en el manejo de la cosa pública.
Los Kirchner han quedado totalmente aislados de la sociedad. Están solos y en el medio de un caos político y económico. Solo falta saber hasta qué punto están dispuestos a forzar el enfrentamiento de la sociedad lanzando a sus fuerzas de choque a la calle, para tratar de silenciar el descontento popular. ©
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